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Entrevista: Antonio Martel y la gestión de proyectos SCRUM
Hablar de Antonio Martel es hablar de agilidad. Y no, no se dedica a la gimnasia deportiva o al yoga, sino a la divulgación sobre gestión de proyectos. Antonio se dio cuenta en un punto de su vida de que existían herramientas que le hacen la vida más fácil a cualquier gestor de proyectos.
A través de su blog se puso a enseñarle al mundo cómo agilizar la gestión de proyectos. Después escribió un libro que llegó a ser número uno en Amazon. El resto ya nos lo explica él, que para eso está aquí con nosotros. Todo en su sitio, incluso las anécdotas lingüísticas que no tienen desperdicio. ¡No os lo perdáis!
¿Puedes hablarnos un poco sobre ti? ¿Quién es Antonio Martel?
Soy un informático canario que lleva algunos años ya en la industria del software. Esto de la informática, que puede evocar en muchas ocasiones a un estereotipo, me ha llevado a conocer un montón de cosas sobre proyectos. Desde los vertidos al mar o la gestión de residuos peligrosos hasta la venta de seguros en un IKEA o a los repuestos y servicios de taller de un Volkswagen.
Por lo demás, leo mucho (devoro de dos a tres libros al mes), escribo (tengo un blog y he publicado ya tres libros, el último con Anaya) y a veces dibujo (las ilustraciones a mi primer libro las hice yo mismo).
Tus libros sobre gestión de proyectos son un éxito en Amazon, ¿Qué te llevó a escribir sobre el asunto?
Hace ya unos cuántos años me nombraron jefe de proyectos en mi empresa. No tenía ni formación ni experiencia. El caso, es que después de un tiempo, todos iban muy mal. Quejas de los clientes, retrasos, sobrecostes… No solo me pasaba a mí, esto le pasaba también a mis compañeros, era (y todavía es) algo casi generalizado en la industria del software.
Decidí que alguien ahí afuera tenía que haber inventado algo para esto, que alguien tenía que haber vivido una situación así y probado algo que funcionase. Es cuando investigué y me formé sobre las técnicas o metodologías ágiles de gestión de proyectos que empezaban a sonar fuerte en España, allá por 2008 o 2009.
Poco después tenía un blog donde contaba mis experiencias en mis proyectos. Casi sin querer se convirtió en un pequeño referente en la blogosfera ágil española. Cuando vi que Amazon ofrecía la posibilidad de autopublicar un libro con ellos, no me lo pensé mucho. Reuní unos cuantos posts de mi blog y le di estructura de librito (la primera versión tenía poco más de 70 páginas). Lo que nunca llegué a pensar es que llegaría a número 1 en ventas de ebooks en Amazon después de una promoción Kindle Flash y que, desde entonces, iba a estar varias veces en el top 100 de ventas.
¿Cómo explicarías las herramientas de gestión ágil de proyectos, como SCRUM y LEAN, que tú tan bien conoces, a alguien que jamás haya oído hablar de ellas?
Puedo comentar sobre Scrum, que es la que realmente conozco bien y promociono siempre que puedo. Se trata de una forma de afrontar los proyectos o las tareas a hacer: primero recopilas en una lista todo lo que tienes que terminar para completar tu producto. De esa lista, seleccionas solo los elementos que crees que te dará tiempo a hacer en las próximas dos semanas. Trabajas durante ese periodo de tiempo reuniéndote cada día 15 minutos para ver el progreso y poner el trabajo hecho en común.
Al finalizar esas dos semanas, muestras a tu cliente el trabajo hecho, recoges su feedback y sugerencias, lo incorporas al producto y vuelves a empezar por el segundo punto: tomar las siguientes tareas que crees que podrás hacer en estas dos nuevas semanas.
¿Son útiles para cualquier tipo de empresa, o hay sectores en los que no vale la pena implementarlas?
Sí, son válidas para cualquier sector. Se han hecho populares en la informática, donde han visto su boom. Lean, por ejemplo, comenzó en Toyota antes de pasar a la industria del software y de allí se han tomado muchas cosas. Los proyectos con Scrum o Lean en ING, BBVA o Zara han hecho aún más populares en España estas filosofías de trabajo.
Cuando no se recomiendan, o no se ve su necesidad, es cuando el trabajo a realizar es conocido de antemano, no hay dudas sobre él y se sabe con exactitud cuanto se va a tardar en realizarlo, como suele suceder en las tareas repetitivas.
En Ontranslation estamos obsesionados con el Customer Experience. Se habla de la creación de valor para el cliente gracias al uso de estas herramientas, ¿en qué modo inciden en este aspecto?
La adaptabilidad o «agilidad» que te permiten estas técnicas hacen que el cliente suela quedar contento con el resultado. En la forma de trabajar de los proyectos tradicionales, se firmaba entre cliente y proveedor un alcance grabado a fuego en el que, posteriormente, el equipo trabajaba sin descanso hasta terminar, sin ninguna otra intervención del que paga por el trabajo. Si este lo llegaba a ver, se le negaba cualquier modificación a lo ya presupuestado, aunque te estuviese diciendo que, tal como estás diseñando la barrera de entrada, los camiones no podrán hacer el giro completo cuando llegan desde el sur.
En cambio, en un proyecto o contrato ágil, se es consciente de que los productos no son algo fijo e inmutable. Se le muestra al cliente cada dos semanas lo que se está haciendo y se le permite añadir o hacer cambios. El cliente estará contento de quitar otras funcionalidades que ahora sabe que no le valen para gran cosa. Todo esto suele redundar en una mayor satisfacción y experiencia por parte del que contrata tus servicios.
[bctt tweet=»El cliente estará contento de quitar otras funcionalidades que ahora sabe que no le valen para gran cosa. Todo esto suele redundar en una mayor satisfacción y experiencia por parte del que contrata tus servicios.» username=»on_translation»]
¿Está aumentando el uso de este tipo de herramientas en España?
Creo que sí. Es difícil de saber con certeza, pero al menos así lo ha estado haciendo en los últimos años. Comenzó su popularidad en Estados Unidos y de ahí pasó a otros países occidentales, haciéndose cada vez más imprescindibles.
Aún quedan muchas empresas de software que no siguen estas metodologías, pero los nuevos profesionales que se incorporan al mercado de trabajo tienden a evitarlas. La rigidez y la poca flexibilidad que otras formas de trabajo tienen suelen hacer que en estos lugares sea frecuente la presión y el estrés. Para atraer talento, algunas tienen que anunciar en sus webs que practican la agilidad, aunque termine resultando en que tienen un Scrum hueco que no sigue la filosofía ágil ni sus principios básicos.
En comparación con otros países, ¿estamos a la cola o a la vanguardia?
Definitivamente, no diría que seamos la vanguardia. Esta estaría más en países de lengua anglosajona, o en otros con una industria software potente como Finlandia. Tampoco creo que seamos la cola de este movimiento. Ha arraigado en España y está para quedarse. De hecho, en la empresa en la que estoy actualmente, se exporta software a Alemania, Portugal, Colombia o Perú. Esto no creo que fuera posible si no llevasen años apostando por la calidad y la flexibilidad de estos marcos de trabajo.
Si tuvieses que recomendarnos a algún autor en otro idioma, ¿cuál sería? ¿Tienes algún referente claro?
Creo, casi sin ninguna duda, sería el sueco Henrik Kniberg. Su primer libro me ayudó mucho a aterrizar todos los conceptos sobre Agilidad que llevaba algún tiempo oyendo y a los que aún me costaba encontrar sentido.
Como curiosidad, Henrik, vivió durante los primeros 16 años de su vida en Japón, estudiando en una escuela americana, por lo que encuentra más natural escribir en inglés que en sueco. Quizás esto haya hecho que su libro, Scrum and XP from the trenches, sea tan fácil de leer en inglés.
¿Alguna vez has recurrido a una agencia de traducción, a un traductor o a un intérprete?
Encargué la traducción de mi primer libro a una empresa de traducción murciana que creo que realizó un gran trabajo. Me resultó curioso darme cuenta de que los veía agobiados con muchos proyectos y fechas de entrega con las que lidiar al mismo tiempo. El libro que tenían entre sus manos iba justo de cómo salir airoso de situaciones así. Espero que les haya ayudado.
En lo que sí creo que me ayudaron a mí es a darme cuenta de que utilizaba un lenguaje no inclusivo. Por ejemplo, en mi libro, todos los emprendedores o los expertos que utilizaba para ilustrar mis comentarios, eran hombres. Desde entonces, tengo estos puntos mucho más en cuenta.
[bctt tweet=»La metodología de gestión de proyectos SCRUM puede utilizarse para el sector de la traducción donde se suelen lidiar con muchos proyectos y fechas de entrega al mismo tiempo.» username=»on_translation»]
¿Nos puedes contar alguna anécdota o historia relacionada con los idiomas que te haya ocurrido?
Hace muchos años tuve una entrevista de trabajo en Inglaterra con un reclutador. Iba muy nervioso por la oportunidad que se me presentaba y llegaba tarde. Al encontrarme con él, sonríe, me tiende la mano, y me dice «Morgen!».
Yo, que solo unos meses antes había estado en Alemania y veía que así se daba la gente los buenos días allí, pensé que el reclutador había visto en mi perfil que tenía algo de experiencia en alemán y quiso saludarme cortésmente en ese idioma. Simplemente dije «sorry! I don’t speak German!». Después de un de incómodo silencio, y una evidente cara de estupefacción, me dice «Morgan, John Morgan». Así era su nombre. Al parecer esas dos palabras tienen el mismo origen germánico.