Sabina Urraca: «Wert es un estrecho. Va siempre como con un supositorio recién puesto.»

Entrevistamos a Sabina Urraca. Ya sea como ella misma, o como SOPAPO, lo cierto es que esta quinceañera os pasará el corrector ortográfico queráis o no, y más os vale que no aparezca nada subrayado en rojo. Tus faltas de ortografía hacen llorar al niño Dios es su primer libro, y en él podréis encontrar unas creaciones pornoortográficas que no dejan a nadie indiferente y son muy instructivas.

Por cierto, buena noticia, si vivís en Barcelona o simplemente estáis por aquí, os gustan la guarrería y la ortografía y, además, no quemáis la noche de los viernes (o sí) estáis de suerte, Tus faltas de ortografía hacen llorar al niño Dios se presenta este sábado 22 de Febrero en Fatbottom Books (Lluna, 10) a las 12:00. En verdad tenéis tiempo de sobra para dormir la mona, así que no faltéis o seréis juzgados.

Edad: quince años muy mal llevados.

Profesión: mis labores.

Lenguas: una. Muy larga y enrollable.

La entrevista: hace unas semanas, Oscar Nogueras, CEO y señor de Ontranslation, nos envío un mail al resto del núcleo duro con esta noticia y cuestionando lo incuestionable. Nos lo pasamos muy bien comprobando nuestro buen hacer y la habilidad que tiene Sabina Urraca para conseguir que se te queden las cosas en la cabeza, así que decidimos contactar con ella e intentar que respondiese a nuestras preguntas. Por alguna razón que todavía desconocemos accedió, y este es el resultado:

Defiendes a ultranza el respeto y el sometimiento… no, mejor dicho, la adecuación, a las normas ortográficas establecidas por la RAE. Si en su diccionario hubiese una entrada con tu nombre, ¿qué definición redactarías para ella?

La RAE y yo no somos muy buenas amigas. No juego con ella en el recreo. No cojo prestados sus juguetes, sobre todo esos nuevos tan raros y absurdos que le han comprado, porque no les veo sentido y me aburren. Aún así, si me obligasen a hacerlo, la definición sería algo así como: SABINA: severa institutriz ortográfica y vedette de la vida.

Eres la persona detrás de SOPAPO, y queríamos agradecerte que nos lo des, porque aparte de merecérnoslo, nos gusta mucho recibirlo (y leerlo). ¿Cuándo, cómo y por qué se te ocurrió soltar esta hostia de blog?

Gracias a vosotros por dejaros abofetear. La cosa nació así: fui invitada a un evento muy raro convocado por Estudio Verónica: un campamento de temática finmundista en el que personas que no se conocían de nada pasaban tres días en una casa perdida en Almería. Allí conocí a Alan, redactor jefe de Notodo, que, sin haber leído una palabra de algo escrito por mí, me propuso que hiciese un blog. Y así lo hice. Gracias, Alan.

La corrección ortográfica no está de moda, y, aunque el sexo ya es algo viejo, nunca falla y causa sensación. Es evidente que tú has sabido ver esto muy bien, y la entente sexo-ortografía te está dando resultado.

Sin embargo, ¿no te preocupa que al final la gente se pueda quedar con la imagen y no con la lección?, el sexo siempre suele inclinar la balanza a su favor…

A pesar de que realmente soy una maniática ortográfica, lo cierto es que la idea del librillo nació más como un guiño, un chiste, que como un intento real de educar a las masas escribientes. Me ha resultado muy curioso y gratificante ver a gente que se lo tomaba muy en serio. Aunque algunas personas me han dicho que sí que les ha servido, porque la norma y la imagen se les han quedado grabadas, sigo viendo a los mismos animales ortográficos cometiendo las mismas salvajadas de siempre. Es triste, pero es así.

¿Crees que se podría convencer a Wert para aplicar el «método sopapo» en las escuelas y en los institutos? ¿Tú cómo lo harías?

Lo dudo. Wert es un estrecho. Va siempre como con un supositorio recién puesto.

Pero yo lo haría así:

 

Tus faltas de ortografía hacen llorar al niño Dios está muy localizado, tanto cultural como lingüísticamente, ¿te parece factible su traducción o crees que su propia naturaleza lo limita a un público castellanoparlante?

Curiosamente, dos personas me han preguntado lo mismo esta semana. La verdad es que no sería posible una traducción exacta, porque, en general, los dibujos están relacionados con la norma que se intenta enseñar, pero supongo que sí podría hacerse una versión en otro idioma cambiando los dibujos y las normas completamente.

En realidad la idea, al ser tan básica, es fácilmente universalizable. Si me pagasen bien, con un poquito de maña y unos cuantos documentalistas que me dijesen los errores más habituales en otros idiomas, ahora mismo me ponía a ello.

¿Perdonarías un «¡que dices!», un «oístes», u otra lindeza por el estilo (tanto escrita como pronunciada) a alguien que amas?

Rotundamente NO. A ver, no es que no quiera. A mí me gustaría tener un corazón de oro y poder acoger en él a cualquier persona, independientemente de sus «haber cuándo nos vemos», pero es superior a mí. Puedo ser gran amiga de alguien que sienta que «eso no va con migo», pero el amor verdadero queda reservado para gentes que se adapten a mi manía o que también la tengan inoculada en el cerebro.

¿Cuál crees que es la razón de que la buena ortografía y la buena escritura hayan decaído tanto en los últimos tiempos?

El descuido, la pérdida de valores, la prisa, la desgana, la falta de empuje para hacer las cosas bien, la importancia decreciente de la verdadera comunicación… en general, las mismas razones por las que todo, y no solo la ortografía, va tan mal.

¿Alguna vez has recurrido a una agencia de traducción, traductor, intérprete, etc.?

He trabajado bastante tiempo en el terreno del audiovisual, así que he contratado traductores muchas veces. De vez en cuando me encontraba con algún listo que se ventilaba las traducciones con el traductor de Google. Cuando llegaba el locutor, que siempre era nativo, salía de la cabina de grabación indignado, diciéndonos que aquel texto no tenía ningún sentido.

¿Alguna anécdota o historia relacionada con los idiomas que te haya ocurrido?

Cuando tenía veintipocos años estuve de au pair en Edimburgo. Un día, conversando en el coche con el padre de la familia que me acogía, me preguntó algo así como: «Do you like the beaches?».

Se refería a unas playas que había por esa zona, pero dio la casualidad de que en ese momento cruzábamos por un suburbio en el que una prostituta se contoneaba por la acera, así que viví momentos de horror, en los que pensé que me estaba preguntando «Do you like bitches?». Como aminoraba la velocidad (para que viese las playas, no las putas), por un momento creí que me iba a proponer algún plan loco. Casi me desmayo del pánico.

Acerca del autor

Oscar Nogueras

Es el CEO de Ontranslation y dedica algunos ratos libres a escribir en este blog para compartir sus conocimientos sobre internacionalización, cross-border ecommerce y Traducción SEO. No es para menos, ya que entre su formación cuenta con una licenciatura en filología inglesa, un máster en tradumática, un posgrado en elearning y un MBA. En definitiva, una declaración de intenciones donde la cultura y los idiomas se sirven mezclados, no agitados.

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