Fred Caballero: «StartUp Stay es una comunidad global para emprendedores que viajan.»
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Residente en Montevideo desde 2008, Andreu Belsunces es gestor cultural, colaborador del suplemento de cultura, ciencia y tecnología del diario El Observador y docente de tendencias contemporáneas de la comunicación en la Universidad Católica del Uruguay. Recientemente ha colaborado en el libro Crossmedia Innovations, publicado en Inglaterra por la editorial Peter Lang.
Edad: 29
Profesión: docente, periodista, investigador y gestor cultural
Lenguas: catalán, castellano, inglés y francés
La entrevista: Aprovechando que vamos a hablar sobre las nuevas tecnologías digitales (entre muchas otras cosas), decidimos hacer la entrevista vía Facebook. Nosotros le escribimos desde nuestro espacio de coworking y él nos atiende muy amablemente desde Montevideo.
Mi profesión no la tengo clara, supongo que medio por vocación, medio por lo que hago, podría decir que me dedico al análisis de la cultura contemporánea, y en este momento de mi vida, sobre todo abordándola desde la perspectiva de las tecnologías de la información y el conocimiento.
¡Qué buena pregunta! Me da mucho que pensar… Cuando me licencié en sociología pensé en hacer teoría literaria, pero lo desestimé porque quería acción. Después de más de tres años dedicándome a la gestión cultural, algo que yo consideraba acción, decidí concentrar mi energía en la reflexión. Así que en eso estoy ahora, haciendo la transición a la acción de vuelta, pero eso sí, desde lo creativo.
Llegué a Montevideo para hacer una beca de gestión cultural de la AECID, conocí a una persona y decidí quedarme… y con el tiempo fueron abriéndose puertas, así que se podría decir que Montevideo es un random fact en mi vida.
Sí, totalmente. O por lo menos, de manera distinta a cómo se trata en Barcelona. La cultura en Uruguay tiene un enfoque más de desarrollo, cuando no de reivindicación individual. No está tan mercantilizada ni instrumentalizada como en Barcelona, aunque sí está envejecida y acartonada, y es muy poco permeable a la realidad contemporánea.
No quisiera ser simplista, pero considero que la institucionalidad de la cultura en España es mucho más sólida y diversa que en Uruguay y que se tiene una idea más abierta de la cultura de la que se tiene aquí (a nivel general y obviando las barbaridades que está haciendo el actual gobierno en materia de cultura).
En Uruguay se tiene una idea de la cultura más parecida a la que se tenía en el siglo XX, una cultura muy literaria y teatral, si hablamos de las industrias creativas.
Sin embargo, a nivel antropológico, y no estoy hablando de culturas indígenas –que no existen-, es sumamente interesante. Le hace a uno aprender a disfrutar de las sutilezas, ya que acá todo es bastante “perfil bajo”. Es una pregunta muy compleja y no quisiera que se me malentendiera.
La verdad que ahora lo tengo totalmente abandonado. Supongo que tiene que ver con el hecho de que ahora me paso el día escribiendo y no me doy tiempo para escuchar mi propia voz, o la saco a través de las cosas que escribo. Pero lo que me impulsó en su momento fue, más que nada, tener cosas que decir, y creer que tenía una voz que merecía ser escuchada.
Ahora mismo escribo en un periódico uruguayo, por un lado en el suplemento de cultura, y por otro, en el de tecnología. Además, el año pasado estuve trabajando en un par de capítulos para unos libros y aquello se llevó gran parte de mi energía y tiempo.
Haciendo mi tesina, conocí la obra del Dr. Carlos A. Scolari, un académico que estudia los nuevos medios desde una perspectiva semiótica y narratológica (entre muchas otras cosas). Como me pareció muy interesante, investigué un poco en Internet y encontré su e-mail, así que le escribí pidiéndole información para mi trabajo. Hace unos años, habría sido totalmente imposible poder contactar tan fácilmente con algún teórico en el que basar tu trabajo si no se encontraba en tu misma universidad.
Estuvimos en contacto por correo electrónico y al terminar, como la tesina obtuvo muy buena nota, se la mandé, le gustó, y me invitó a participar en el libro Crossmedia Innovations. Este hecho es un ejemplo de cómo las tecnologías digitales están cambiando nuestra forma de trabajar.
Sí, exacto. Twitter es una fuente de información que utilizo para estar al día, y también como fuente de noticias para el periódico.
Creo que no hay duda alguna de que las tecnologías acortan las distancias y facilitan el contacto, pero estar más conectados no quiere decir estar menos solos. Más bien todo lo contrario. Como dice Sherry Turkle en su libro Alone Together, parece que cuanto más conectados estamos, más solos nos sentimos.
Un ejemplo de ello podría ser esa típica situación en la que todos nos hemos encontrado cuando vemos las “fotos felices” de nuestros amigos y pensamos que nosotros no lo somos tanto, y de repente sentimos como cierto desasosiego.
Otra cosa es, por ejemplo, el tipo de conversaciones que fomentan las tecnologías. El chat está cada vez más generalizado, y esta forma de conversación limita mucho las conversaciones profundas y los argumentos largos.
Desde mi punto de vista, la educación tiene que enfrentarse a un desafío enorme. Personalmente creo que ya no tenemos la necesidad de almacenar demasiada información en la vida cotidiana. Lo que hay que hacer es relacionar toda esa información que nos rodea para transformarla. La tecnología no es una solución en sí misma, sino una herramienta, y como todas, el beneficio que aporte dependerá de cómo se utilice.
Hace aproximadamente 5 años, en Uruguay empezó a implementarse el Plan Ceibal: un plan a nivel nacional donde a cada uno de los alumnos de primaria y secundaria se les da un ordenador portátil de bajo coste desarrollado en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) mediante un programa de Nicholas Negroponte.
Sí, estoy al corriente. Lo cierto es que esto de encontrar la panacea en las tecnologías digitales es una postura bastante extendida, pero a su vez un poco ingenua. Decir que la educación necesita un cambio y que con poner más ordenadores, tablets, o pizarras electrónicas, todo va a cambiar, es puro determinismo tecnológico.
Para mí se trata de una cuestión de enfoque: primero determinar qué habilidades se necesitan en esta nueva era, y a partir de ahí, ver qué conocimientos se deben transmitir y, en última instancia, cómo se deben transmitir. Y en ese cómo ya es donde entran aparatos como tablets u ordenadores portátiles.
De momento he conocido bien poca cosa… Por trabajo, solamente he estado en Argentina, así que con el español era suficiente. Pero todo depende del país que visites y del motivo por el que lo hagas en particular, claro.
En temas tan específicos, me gusta estar presente y hacerlo entre yo mismo y alguien que conozca bien el idioma inglés.
Bueno, todavía no termina de entrarme en la cabeza que aquí al bolígrafo le llaman “lapicera”. Es algo a lo que tengo que enfrentarme cada vez que les digo a los alumnos que en los exámenes tienen que escribir en bolígrafo. Lapicera y lápiz se parecen demasiado y parece que a mi cabeza le cuesta hacer ese ‘click’.
¡Sí! En Blade Runner se describe un futuro en el que se habla una mezcla de muchos idiomas, y la forma en la que hablamos incorpora cada vez más palabras de idiomas distintos, lo cual me parece súper positivo.
¡Al contrario! Me parece necesario y positivo, porque acerca a la gente. Es como en los encuentros que se dan cuando viajas y ves a gente de tres o cuatro procedencias diferentes tratando de entenderse en el particular idioma inglés de cada uno…
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