Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.
Entrevistamos a Ferran Barbarà de Maresme Gourmet
Ferran Barbarà es, además de publicista y diseñador web, un auténtico gourmet. No hay un restaurante del Maresme por el que no haya pasado o que no tenga en mente visitar. No solo esto, también comparte sus experiencias junto a Núria Juanola en su revista Maresme Gourmet. Su publicación es un básico para cualquier persona que quiera vivir una experiencia culinaria en esta zona con una gastronomía emergente por descubrir.
Hablamos con él sobre comer bien, y sobre comunicar bien. ¡Que sabe un poco de ambas cosas!
Edad: 31
Profesión: Emprendedor y publicitario/diseñador web
Lenguas: Catalán, castellano, inglés
¿Cómo te presentarías a nuestros lectores? ¿Quién es Ferran Barbarà?
Un emprendedor autodidacta, muy apasionado por los proyectos en los que trabaja. Alguien que utiliza su formación en publicidad y diseño web como una herramienta tanto para producir sus propios proyectos como para ayudar a clientes en sus retos de marketing y comunicación.
¿De dónde nace la idea de crear Maresme Gourmet?
Maresme Gourmet es un proyecto que comparto con mi socia y pareja Núria Juanola. Una idea que nace tras la eterna pregunta: «¿Dónde podemos ir a cenar esta noche?», y que a partir de aquí se desarrolla como una herramienta práctica para dar visibilidad al potencial gastronómico de un territorio que lo sentimos como nuestro.
En el mundo 2.0 en el que vivimos, ¿cómo habéis hecho para que funcione vuestra publicación de Maresme Gourmet en papel? ¡Es casi un hito!
Una de las cosas que siempre hemos tenido muy claras a la hora de trabajar en nuestro proyecto es que su versión en papel debe trasladar al lector muchas cosas del mundo 2.0. Antes de publicar nuestra primera edición en papel, trabajamos mucho el blog, creamos un buen perfil en Instagram y Facebook, y la propia experiencia nos fue acercando al papel.
Principalmente por una cuestión de seriedad, de fortaleza. En el mundo 2.0 todo es muy efímero, muy cambiante, y lo que necesitaba nuestra guía gastronómica era precisamente lo contrario. Queríamos ser un soporte fácil de consumir pero que a la vez dotase de una estabilidad a todo el conjunto.
El Maresme es una zona que normalmente se cataloga de «engañaguiris», se dice que no hay mucha calidad en la gastronomía de la zona. Hay que ser demasiado dogmático para creer que podemos generalizar, pero, ¿tenéis que poner muchos filtros para encontrar sitios de calidad?
Pura mitología. Desde hace cuatro o cinco años, ha llegado una nueva generación al Maresme que está revolucionando nuestra gastronomía. De hecho, como revista, a veces nos sentimos un poco como la voz de esta generación. Gente preparada, que ha trabajado en las cocinas de grandes chefs y que, a la hora de abrir su propio restaurante, deciden huir de la ciudad y optar por el Maresme.
Es cierto que a pie de playa y sobre todo en la zona más dedicada al turismo que podríamos llamar «de borrachera», aún existen este tipo de restaurantes. Pero son residuales. Sería como intentar catalogar la gastronomía de Barcelona basándonos en las paellas que sirven en las Ramblas.
¿Podrías quedarte con un local en especial? Al menos tendrás un top three, ¿no?
Cada restaurante que aparece en nuestra guía aparece por una razón, por lo que es imposible hacer una selección o un top. Dependen del momento, de la situación que se busque, de la compañía… A través de Instagram nos escribe mucha gente pidiendo recomendaciones. Y os podemos asegurar que no podemos recomendar el mismo restaurante a una pareja que busca pasar una noche romántica que a un grupo de amigos que necesitan de un espacio grande para hacer una reunión.
Ya son varios años con el proyecto de Maresme Gourmet. ¿Algo que destacar de todo lo que habréis aprendido?
Que la gastronomía, y el mundo gourmet en general, es un mundo que engancha. Sobre todo, si le prestas atención a lo que estás comiendo y a toda la historia que tiene detrás. Uno se va haciendo gourmet con el tiempo, pero a medida que pruebas, viajas y conoces cosas nuevas, el espíritu sibarita se vuelve cada vez más imparable.
¿Y algo que no volveríais a hacer?
En general todo y nada. Soy de esas personas a las que le cuesta mirar atrás y repasar su propio porfolio. Como esos actores incapaces de ver sus películas más allá de la repetición instantánea. Hay que mirar siempre adelante, aprender del pasado, pero siempre con la vista fija hacia delante.
¿Qué importancia le darías al discurso que tiene, a la historia que cuenta, un hotel o un restaurante? ¿Es esto parte de la experiencia gourmet?
Es básico. No te diré que lo es todo, porque al final los gustos personales cuentan, pero es muy importante. El ejemplo lo tenemos con Carme Ruscalleda, el emblema en lo que a cocina del Maresme se refiere. La gente no vendría de medio mundo para comer en su restaurante sin el discurso que presenta. Sin una trayectoria detrás y sin los quilos y quilos de creatividad que esconde cada menú que prepara su equipo. Pasa lo mismo con la mayoría de los restaurantes del mundo que se pueden catalogar bajo la etiqueta de gourmet.
¿Alguna vez has recurrido a una agencia de traducción, traductor, intérprete, etc.?
¡Claro! En proyectos en los que intentábamos romper un poco nuestras fronteras y abrirnos al mundo. Hacéis un trabajo indispensable para dar a conocer las ideas de mucha gente al resto del planeta.
¿Alguna anécdota o historia relacionada con los idiomas que te haya ocurrido?
Más que anécdota creo que deberíamos hacer entre todos una reflexión, y es la de por qué a menudo nos cuesta encajar el tema del multilingüismo en un negocio de proximidad. Lo digo, sobre todo, por el tópico del «engañaguiris» que antes apuntabas. A menudo existe la percepción de que una carta, por estar en inglés, ya convierte un restaurante en poco auténtico.
Y, al contrario, de que una carta únicamente en catalán o en castellano, hace que este sea más real. Hace falta un cambio de chip, una forma distinta de presentar las ideas que nos permita convivir tranquilamente con otras lenguas y que, a la vez, sirva de puerta al mundo.