Tejiendo palabras: la magia de la traducción textil
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La traducción científica es la que pretende traducir textos científicos, ya sea para uso técnico o divulgativo. Es un campo complejo, en el que el «todo vale» se revela más inútil que nunca. Es obvio que para realizar cualquier traducción es necesario tener un mínimo conocimiento acerca del tema a tratar. Por eso los traductores profesionales normalmente se especializan en una o varias áreas: traducción publicitaria, traducción jurídica…
En el caso de la traducción de textos científicos, este conocimiento ha de ser más amplio, y conlleva en muchos casos una doble formación. Os damos todos los detalles sobre la traducción de contenido científico, ya sea para su uso científico o para la divulgación.
El lenguaje científico es muy específico y especializado, y requiere años de familiarización. Así, solo las personas con un amplio conocimiento médico o de biología entienden a la perfección un texto específico sobre la sintomatología de una enfermedad o un artículo acerca de las distintas cepas de un virus.
De hecho, la traducción científica trata campos tan especializados que no solo implica el cambio de un idioma a otro. También se habla de traducción científica cuando el profesional se encarga de modificar el código, es decir, de adaptar un texto puramente científico a un ámbito divulgativo.
El profesional encargado de llevar a cabo una traducción en medicina, biología, física… no solo deberá ser experto en las lenguas de origen y de llegada. Para saber cómo traducir un término científico de manera adecuada deberá haberse formado en profundidad en el campo que trata el texto con el que trabaja.
De lo contrario, los errores al traducir artículos científicos, junto con la gran inversión económica y el ajustado timing propios de los proyectos del sector (que en muchas ocasiones trabaja a contrarreloj), pueden terminar por conformar un perfecto desastre.
Un ejemplo es el que cuenta Nidia Amador Domínguez en su artículo «Diez errores usuales en la traducción de artículos científicos». Un traductor del ámbito de la biología deberá saber que lo que en inglés es «fungal» en castellano se traduce como «fúngico», aunque en español también se utilice el sufijo «-al» en contextos similares.
Pero no solo se trata de léxico. Un buen traductor de artículos científicos también deberá dominar a la perfección el estilo de la comunicación en ciencia específico de la lengua meta, para poder utilizarlo.
En castellano, por ejemplo, el discurso científico utiliza frases cortas que no eliminen la concreción necesaria o evita las oraciones pasivas, que pueden dar pie a la abstracción.
La necesidad de conocer bien el contexto es fundamental tanto cuando hablamos de traducción científica de un idioma a otro como cuando utilizamos este término para referirnos a la divulgación.
Los divulgadores científicos muchas veces hacen un trabajo doble de traducción y redacción, ya que sus fuentes están en idiomas diferentes a aquel en el que escriben (generalmente en inglés).
Adaptar un artículo técnico a un público sin conocimientos amplios no es un proceso sencillo. De hecho la divulgación científica es un campo de estudio muy amplio, con departamentos y estudios propios en las universidades.
Esto pone de relieve la necesidad de estudiar cómo trasladar de un modo comprensible a la gente de a pie todo lo que aprendemos de los estudios y experimentos que se llevan a cabo ente probetas y microscopios.
Para llevar a cabo este tipo de traducción especializada necesitamos simplificar los tecnicismos y las expresiones. Y esto requiere sacrificar esa especificidad tan necesaria para la ciencia que no tiene cabida en la divulgación.
Este sacrificio va en detrimento de la concreción científica. Su finalidad es la de informar de manera adecuada y veraz a un público que no conoce este registro. Su trabajo es doble, y cualquier error puede llevar a malinterpretar el trabajo que otras personas han desarrollado, probablemente durante años.
Como podéis ver, la traducción de artículos científicos precisa del trabajo de profesionales expertos en cuestiones lingüísticas. Pero también en campos científicos del conocimiento muy concretos para poder salir adelante con buen pie. Ya sea para trasladar con el mismo grado de especificidad científica o para su uso divulgativo.
Aunque, de todos modos, los científicos también se permiten alguna que otra licencia humorística, como el paleontólogo que, enamorado de una mujer llamada Ella, decidió nombrar a un fósil que encontró como Ellaquismus (Ella kiss me).
¿Cómo haríais la traducción científica al español de este nombre?
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