Traductor por voz: el sueño de todo viajero
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Año 2014 es el año de la interpretación animal. Una vez más, y como no puede ser de otra manera, las ideas más frescas nos llegan desde el norte. Pero desde el norte, norte… casi de por donde empieza el hielo. Allí arriba, en Escandinavia, un grupo de investigadores e inventores se han juntado para crear la Nordic Society for Invention and Discovery. ¿Y qué es lo que nos ofrecen? Pues ni más ni menos que un dispositivo traductor de perros, el No More Woof. ¿Será una herramienta útil para la traducción veterinaria?
Según sus propios creadores, No More Woof es «el primer dispositivo que traduce los pensamientos animales al lenguaje humano». Básicamente, lo que este dispositivo hace es analizar la actividad bioeléctrica cerebral del perro en cuestión.
Según la situación en la que se encuentre o el comportamiento que esté desarrollando en ese momento, relacionar la actividad cerebral con un estado de ánimo concreto y verbalizarlo en lo que los creadores llaman «lenguaje humano» (categoría de la que hasta ahora solo son dignos el chino mandarín, el inglés, el francés y el español).
Aunque en un principio todo esto pueda parecer muy interesante e innovador, a nosotros no nos acaba de convencer. Los creadores han metido la pata en la propia definición de su invento. El dispositivo no traduce, en todo caso interpreta (la diferencia entre ambos conceptos es bastante clara como para confundirla), y no interpreta pensamientos animales, sino los estímulos que provoca la actividad cerebral.
Más allá de estos retoques puramente lingüísticos (o conceptuales, que más o menos viene a ser lo mismo), damos con nuestro gozo en un pozo si, tras nuestro interés y sorpresa iniciales, nos paramos a pensar sobre la fiabilidad, y, especialmente la utilidad, de este dispositivo «revolucionario».
Empecemos por la fiabilidad. Las interpretaciones se basan en una serie de patrones, o binomios, estímulo-interpretación. Bien, no somos expertos en mentes caninas, ni mucho menos, pero da la impresión de que esa simplicidad de la comunicación no supone un gran cambio en lo que se refiere a la relación perro-humano y viceversa.
Esto nos lleva a la siguiente cuestión, ¿es realmente útil este dispositivo? Responderemos con otra pregunta, ¿un perro enfadado cuenta hasta diez o enseña los dientes? Ahí está la cuestión, todo lo que este dispositivo nos puede ofrecer en cuanto a interpretación de los estímulos cerebrales («déjame», «¿quién eres?», «tengo hambre», etc.) llevamos siglos interpretándolo del lenguaje corporal de estos animales. Sinó, leed esta entrevista a Cristina, responsable de Mona.
Desde nuestro punto de vista, aunque no dudamos de la buena intención de sus inventores y nos encantan los perros, este dispositivo no pasará de la anécdota. No es que seamos escépticos. Lo que pasa es que, precisamente como profesionales que somos de la comunicación, en Ontranslation sabemos que la propia naturaleza viva de los procesos comunicativos hace imposible que algo basado en patrones funcione en este campo.
Además… todavía nos cuesta entendernos con nuestros vecinos y ya pretenden que nos entendamos con animales del mundo entero. ¿No os parece un poco precipitado?
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