Marketing y Traducción: un matrimonio necesario
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La práctica de la traducción inversa siempre ha generado polémica. Para los que no sepan en qué consiste la traducción inversa, se lo explicamos en un periquete: es la que se lleva a cabo desde la lengua materna del traductor hacia una de sus lenguas secundarias de trabajo. Es decir, que un traductor nativo en castellano traduzca del español al inglés.
Para que una traducción sea de calidad, siempre la tiene que llevar a cabo un profesional nativo en la lengua de llegada. Ya se trate de una traducción técnica, jurídica, literaria o de cualquier otro tipo.
Si nos decantamos por una traducción inversa, nos encontraremos con diversos inconvenientes, tales como:
Además, por mucho que las competencias del «traductor inverso» sean excelsas, la calidad del producto final nunca será la misma.
Un traductor puede tener mucha experiencia, pero si se ve abocado a trabajar en una lengua extranjera, por mucho que la domine le será muy difícil saber, sin disponer de ayuda, si un traductor nativo usaría los mismos términos y expresiones que él pretende utilizar en su traducción.
El proceso de documentación será mucho más largo y complejo y es muy probable que, al final, el traductor necesite recurrir a un profesional nativo de la lengua meta (ya sea revisor o traductor) para resolver sus dudas o para ajustar su trabajo a una variante local concreta.
El resultado final no varía: «Mis clientes se quejan de que el contenido en inglés de mi sitio web está plagado de vocabulario general que para nada se corresponde con el de mi sector» o «Ese término no es el que utilizamos en Portugal, se trata de una palabra brasileña y quiero asentarme en el mercado europeo, no en el sudamericano».
Es aquí donde surge el segundo inconveniente, pues, como es muy probable que la traducción inversa acabe siendo un trabajo de dos, el precio se verá irremediablemente incrementado. Como veis, la traducción inversa no es rentable en cuanto a calidad, eso está claro, pero tampoco lo es a un nivel económico.
El traductor no nativo encargado del trabajo cobrará más, puesto que la traducción requiere mucho más tiempo y esfuerzo, y, la revisión adicional llevada a cabo por el profesional local supondrá otro gasto a añadir.
Se podría argumentar que en algunos casos de traducción técnica o traducción jurada, podría funcionar la traducción inversa si el traductor tiene mucha experiencia en el tema a tratar y conoce la terminología perfectamente. Pero incluso en este caso no estará de más asegurarse y encargarle la revisión del trabajo a un profesional nativo.
Nosotros recomendamos que, salvo en casos excepcionales (o en casos en los que NO se requiera una traducción de calidad; casos que, sinceramente, no nos interesan), se evite la traducción inversa a toda costa. Lo más probable es que termine siendo una fuente de errores graves de traducción que únicamente conseguirán retrasar la entrega e incrementar los costes.
Contar con traductores nativos expertos es la receta perfecta para asegurar un producto final de calidad y libre de errores, que resulte natural y que se reciba sin problemas en la cultura meta.
Por eso en Ontranslation trabajamos exclusivamente con traductores nativos en los idiomas a los que traducen, tanto a nivel general (norma estándar de la lengua) como en lo que se refiere a la variante local. Ah, y también son expertos en sectores específicos. Porque hay que estar en todo.
¿Vosotros habéis tenido alguna mala experiencia por culpa de la traducción inversa?
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