Errores comunes en traducciones automáticas y cómo evitarlos
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Traducción y prensa son dos ámbitos que se complementan a la perfección en una sociedad multilingüe como la nuestra. Tenemos como ejemplo de esto las tiradas en castellano y en catalán de la prensa catalana. Pero ¿son un ejemplo a seguir? De momento, no. Y no porque traduzcan, pues hay que traducir, y mucho, sino porque lo hacen mediante un programa de traducción automática.
Como lo leéis: los periódicos utilizan traductores automáticos. En función del medio, puede ser el traductor de textos proporcionado por una empresa privada —como es el caso de La Vanguardia y el Lucy LT KWIK Translator—, hasta traductores de textos gratis, como Google Translate.
Pero no se queda ahí la cosa, muchos periódicos no solo practican la traducción automática, sino que la promueven. Una gran cantidad de medios se han subido al carro de los programas de traducción automática gratuitos. De este modo, diarios como El País, El Mundo y ABC ofrecen ahora traductores de textos gratis. ¿Ha quedado decidido que es este el camino que debe seguir el matrimonio entre traducción y prensa?
Y claro, luego pasa lo que pasa.
¿Quién no recuerda en Cataluña el fantástico nombre que le dieron a Leo Messi en La Vanguardia? En su edición catalana, el programa de traducción automática no detectó que «Leo» era un nombre propio, así que consideró que no podía tratarse de otra cosa más que de la primera persona del singular del verbo «leer». Vamos, que al día siguiente no era Leo Messi quien había ayudado a su equipo a conseguir la victoria, sino «Llegeixo Messi».
Otro caso interesante, esta vez directo desde el extremo oeste de la península, es la traducción que se publicó en el sitio web del Concello de As Pontes, Galicia, con motivo de su Feira do grelo. El traductor de textos Google Translate decidió que la traducción correcta era, cómo no, «Feria del clítoris». Para muchos, llegados hasta la localidad coruñesa en busca del ansiado manjar, la unión entre traducción y prensa cometió una traición imperdonable.
Es evidente que en nuestro país la traducción automática facilita sustancialmente la posibilidad de lanzar ediciones en varias lenguas cooficiales de un mismo periódico. Sin embargo, la traducción tradicional ha existido y existe, aunque pasa inadvertida en la mayoría de las ocasiones. Este es el caso de:
Las noticias de corte internacional requieren de la traducción para poder adaptarlas al público nacional. En este caso, lo más habitual es que sea la propia agencia de información la que haga la primera traducción. En este caso hablamos de la adaptación de la información procedente de las fuentes originales, así como a la transcripción de las citas en el caso de entrevistas.
Una vez que la agencia publica su artículo, puede sufrir una segunda transedición: la del medio que la publica. En este momento se adapta la información a la línea editorial: tanto en el tipo de lenguaje, como en el formato. Es decir, se puede recortar, coger las frases más relevantes o, simplemente, tomar la información y crear una nueva.
Eso sí, en ocasiones la traducción automática entra en escena y hace de las suyas:
Lady Perifràstic i l’enèsim misteri del traductor.@Aixeque_EMV pic.twitter.com/xTf9tz1TsF
— Vicent J. Climent (@climentblasco) August 30, 2017
La otra vertiente periodística que ha requerido de la traducción tradicional ha sido la de los corresponsales en países extranjeros. En este caso es el propio redactor el que debe traducir a sus fuentes para generar el contenido de su noticia.
Obviamente, puede que en ciertas ocasiones se apoye en la traducción automática. No obstante, no debería ser lo normal, ya que se presupone que estos profesionales dominan el idioma del país que cubren.
Si hay un género que no debería caer a los pies de la traducción automática son las columnas de opinión. Este género tiene su gran poder en la pluma. Así, el estilo del original se debe respetar al máximo para que siga teniendo el mismo peso. Y es que, si por algo es codiciada una columna de opinión es por el estilo del que la escribe, la firma.
En los ámbitos de traducción y prensa, los programas de traducción automática pueden suponer un buen punto de partida de cara a la traducción de un volumen de contenido tan elevado como el de un periódico de gran tirada.
Sin embargo, nunca se debe confiar en ellos para crear un producto final que no requiera una revisión exhaustiva. Para muestra un botón, solo hace falta poner un artículo de prensa en inglés en el Google Translate y traducirlo al castellano para ver la cantidad de errores que todavía cometen estos programas.
En Ontranslation somos de la opinión de que, si se delega la traducción en un aparato, es vital realizar un trabajo de posedición. Eso sí, este proceso solo puede llevarlo a cabo un profesional con experiencia. Y es que, la traducción automática, gratis o no, no es infalible, ni por asomo.
Además, los profesionales no solo conocen las lenguas de origen y de llegada con las que trabajan, sino que también disponen de una sensibilidad cultural experta que permite ofrecer un producto final natural y adaptado culturalmente, algo que una máquina nunca podrá ofrecer. Algo vital tanto para la traducción de revistas como de cualquier artículo de prensa.
Y vosotros, ¿qué pensáis sobre los programas de traducción automática y su aplicación en la prensa escrita?
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